Ejercicio 1 de emociones
Con este ejercicio se mejora la capacidad de conocer e identificar nuestras emociones y relacionar situaciones para ir profundizando en el autoconocimiento de las emociones.
Registrar durante una semana aquellas emociones que se hayan experimentado a lo largo de cada día, y en qué situaciones han ido surgiendo.
De este modo te irás haciendo consciente de las emociones que vas viviendo en cada momento, incluso aún siendo contradictorias. Irás afinando la
capacidad de conocerte e identificar tus emociones para saber posteriormente cómo manejarlas.
Tenes que identificar de qué emociones se tratan. La pregunta sería:
¿Qué emoción era?
¿Cómo sé qué se trataba de esa emoción?
A continuación se registra qué datos o indicios tenes para saber de cuál se trata y afinar en la identificación de la misma.
Tiempo recomendable: 30 minutos diarios durante una o dos semanas.
Ejercicio 2 de Emociones
Con este ejercicio podrás aliviar la tristeza cuando te sientas abatido/a sin causa aparente o poco intensa.
Reflexiona sobre las canciones que te entristecen e intenta determinar cuáles te provocan mayor intensidad emocional.
Tenelas localizadas y accesibles de manera que si en algún momento experimentas sensaciones de tristeza, melancolía o nostalgia puedas descargar esa emoción de una forma rápida e intensa para que cuanto antes puedas recuperar tu equilibrio y continuar tus tareas o actividades.
De esta manera podrás gestionar de una manera rápida y eficaz emociones de tristeza sin afectar de forma importante tu actividad cotidiana.
Si la angustia persiste o es muy repetitiva, consultar con un profesional.
Ejercicio 3: Fuera de sí
Con este ejercicio tomaremos consciencia de nuestro estado para poder elegir una estrategia que nos ayude a entrar en equilibrio emocional.
Cuando percibas que tu estado es irritable, experimentes nerviosismo, enojo o cualquier otra emoción que para vos sea desagradable y lo haces en un
grado que no te ayuda a afrontar la situación sino que o te paraliza o te entorpece, puedes utilizar este ejercicio que consiste en ponerle un nombre a
ese estado, puede ser el nombre de la persona a la que te recuerda cuando te pones así o un nombre inventado, lo importante es que veas a ese estado
como un elemento fuera de vos.
Por ejemplo: Imagina que estás agobiado/a porque DEBERÍAS haber hecho algo y no te ha dado tiempo y te enojas, y empiezas a reprocharte que nunca te da tiempo a hacer nada, que sos un desastre y muchas cosas más…
En ese momento puedes pensar a quien te recuerda esa forma de hablar. En un caso real era a su madre, cuando se ponía tan estricta e inflexible, le recordaba a ella. Esta persona le puso el nombre de “marimandona” a ese estado. Una vez que le hemos puesto nombre necesitamos darnos cuenta de
que lo estamos usando, para eso puede ayudarnos ponernos recordatorios como post-it o similares en los lugares donde solemos adquirir ese estado.
En el ejemplo sucedía sobre todo en la habitación, así que se puso un post-it con la palabra “marimandona” en la puerta el armario.
Gracias a situar el estado emocional fuera de nosotros/as mismos/as podemos darnos cuenta y así decidir si queremos seguir en ese estado o cambiar a otro que nos guste más y que tenga relación con las fortalezas que tenemos y de las que nos sentimos orgullosos/as.